El recuerdo de nuestra estancia en el Encuentro de Malabares de Pradoluengo fue un fin de semana lleno de emociones, risas y conexiones humanas que aún perduran en nuestros corazones. Permitidnos compartir con vosotros la crónica de aquellos días donde el arte del circo se entrelazó con la esencia misma de nuestra existencia. Podeís saber más de ellos en instagram.
El sábado, ante un público expectante, tuvimos el privilegio de presentar un fragmento de nuestro espectáculo Dame du Cirque, un espectáculo donde compartimos el diabolo sin parar.
El domingo por la mañana, nos dirigimos a la plaza donde impartiríamos un taller de diábolo. Los participantes, ávidos de aprender, se congregaron a nuestro alrededor, implicados y decididos a aprender.
Pradoluengo, con su encanto rural y su aire familiar, había dejado una huella indeleble en nosotras, cada paso por sus calles, cada conversación compartida con artistas y amantes del circo, parecía evocar un tiempo más acogedor y sencillo. La conexión humana que se forjaba a través del arte y nos recordaba la importancia de la comunidad, de encontrarnos cara a cara y compartir experiencias en un mundo cada vez más digitalizado y aislado.
Con el corazón lleno de gratitud, dejamos Padroluengo llevando con nosotros los abrazos, las risas y los recuerdos preciados. El Encuentro de Circo había sido mucho más que un evento, había sido un catalizador de emociones, una invitación a la introspección y una afirmación de la belleza y el significado que puede encontrarse en las conexiones humanas más genuinas.
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