Post-Circo Textura, movimiento y atmósfera

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What is Post Circus - Blog - troposfera.xyz by Dídac Gilabert

Con el tiempo, me he ido encontrando dentro de procesos que no buscan culminar en un efecto ni sostener la atención a través de una proeza técnica. Son piezas que crecen desde una escucha distinta, más centrada en la relación con el movimiento, la materia y el espacio. El circo es el núcleo, un lenguaje vivo, abierto a ser atravesado, tensionado, transformado.

En este contexto, me interesa hablar de postcirc como una forma de situarme ante la práctica. Una línea de exploración centrada en acciones físicas sostenidas, en estructuras escénicas que se construyen a partir del tiempo, la gravedad y la relación con los materiales. El cuerpo no se articula para generar figuras virtuosas, sino para investigar el movimiento como materia. La dramaturgia no se organiza por efectos, sino por acumulación, repetición o variación mínima. El gesto tiene una densidad propia y modifica el espacio, el ritmo y la atención de quien observa. El circo se mantiene como lenguaje central, pero trabajado desde dentro, como medio para componer texturas, tensiones y presencias.

Un genero centrado en texturas, presencia y paisaje

Este tipo de práctica pone el acento en la textura. Hay una escucha activa sobre la calidad del movimiento, sobre cómo la intensidad, el ritmo o la repetición transforman la relación con el tiempo y el espacio. El gesto ya no busca una forma cerrada, sino que modifica el entorno desde dentro. El riesgo sigue latiendo como una sensibilidad aguda, vinculada a la materia, al peso, a la vibración y a la gravedad.

Es un terreno que no se deja contener por formatos establecidos. Lo que sostiene la pieza es su movimiento interno, la lógica de las decisiones que se toman mientras se hacen. Generando atmósferas, situaciones, paisajes que toman forma por cómo son habitados, por la manera en que resuenan en quien los hace y quien los observa.

Esta forma de hacer se ha ido formando desde la exploración, desde dentro, con el cuerpo, el tacto y la atención como puntos de partida. Sosteniendo una acción, dejando que fuera lo que ahí se desplegaba lo que estructurara la atención, generando una intensidad que valía la pena compartir.

Una palabra puede abrir un campo de trabajo

Si miramos hacia la música, el concepto de post-rock ofrece una referencia útil. El término comenzó a circular a principios de los noventa, cuando algunos músicos empezaron a utilizar instrumentos propios del rock para explorar estructuras, texturas y formas que se alejaban del lenguaje del género. Su música era a menudo instrumental, basada en la repetición, la densidad y la transformación progresiva del sonido.

Este movimiento tomó forma gracias a una crítica especializada capaz de detectar líneas de investigación dentro de lo que parecía disperso. El periodista Simon Reynolds dio nombre a este gesto, identificando un grupo de prácticas que compartían una misma voluntad de romper con las formas dominantes sin abandonar del todo sus códigos. El término post-rock no definía un estilo cerrado, pero ayudaba a leer una tendencia común y a situarla en un contexto cultural.

En el circo, este tipo de lectura es mucho más infrecuente. Falta una crítica con criterio, con capacidad para proponer marcos conceptuales que ayuden a entender lo que está pasando. Las palabras que usamos para hablar de circo a menudo se quedan en la superficie, repitiendo relatos gastados que no dan cuenta de la verdadera riqueza de formas y enfoques que conviven hoy. Pero esa riqueza existe. Y necesita lenguaje para poder circular.

Para poder reconocer estas prácticas, hacen falta voces que se acerquen con atención, que lean gestos, ritmos, atmósferas y decisiones compositivas. Hay que afinar la escucha, porque cuando el lenguaje crece, también lo hace el imaginario que sostiene las prácticas. Y eso abre espacio.

Una forma de hacer

Hablo de postcirc como una manera de situarme ante la práctica. Es una aproximación que parte de las técnicas de circo para explorar relaciones físicas, atmósferas y composiciones escénicas construidas desde la experiencia directa. Lo que me interesa es una forma de hacer en la que las figuras se diluyen dentro de un trabajo con el tiempo, la densidad y la vibración. Un trabajo que se define por cómo se hace, no por lo que representa.

Las técnicas circenses están presentes como lenguaje vivo. Funcionan como materia flexible, como una herramienta para componer con la gravedad, con la presencia, con lo que ocurre en el momento de hacer.

Con el tiempo, he ido encontrando otras piezas, prácticas y formas de hacer que se sitúan en este espacio. Postcirc, para mí, es una palabra que ayuda a leer estas formas desde donde se articulan. Una palabra para reconocer la escucha con la que se trabaja, la calidad de las decisiones, la relación con lo que se construye en escena. Es una etiqueta útil porque abre espacio, porque da lenguaje a formas que no quieren reducirse a ninguna estructura fija. Y porque permite reconocer una práctica compartida, abierta, viva.

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