Investigación de malabares con el diábolo durante la puesta de sol.
La música que suena en el vídeo es la que escucho mientras voy fijando la rutina; este paisaje sonoro que fluctúa y rebota me atraviesa y contamina mi juego.
Los rebotes que se pierden en la lejanía y las texturas granuladas aparecen tanto en la música como en el juego.
Ahí construyo una secuencia.
Hasta que la luz se apague
El cuerpo se pone en marcha.
La memoria se activa.
La música abre una grieta.
El sonido arrastra recuerdos.
El movimiento,
el movimiento sale,
sale de dentro.
Le cuesta.
Las manos responden.
La cuerda vibra,
el diábolo marca el tiempo.
La luz baja,
abdicando de su protagonismo.
Se está bien,
todo se desvanece,
poco a poco,
sin prisas,
Sin final…
Mañana volverá.
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